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Hilo temático B INSECTOS ¿Qué piensas de los insectos? Trata de no pensar mucho en insectos, pero en su ámbito se adivina una fruición de alas, un apetito de hormigas destructoras. La inmovilidad es el punto más débil de su afán de inconsciencia. Exuda miel y su frente, de un momento a otro, podría ser un hervidero de abejas asesinas. Trata de no sentirlo, pero sus ojos se convierten en corazas ligerísimas que crían alas y se abandonan a un corto vuelo: de la habitación de la desesperanza a la sala de peligros inminentes. Renace el pensamiento en ese vuelo. Su cerebro ya siente la frescura de la mantis, el aleteo incesante que proclama la fe en la cópula, el gusto por una fanática asimilación. Hormigas rojas Su aureola caliente desangra la sombra de la yerba santa. Muerden el centro del dolor. Avispas Un collar de avispas será el regalo cruel del mediodía. Duele ya la luz del alba. Butterflies En el norte, las mariposas condimentan el volátil recuerdo, El pan de las primeras horas. Santateresa Su santidad conmueve al macho. Santo él mismo, pierde la cabeza en los instantes del corazón. Oruga La oruga piensa en la vida circular del bosque. Un pájaro se lanza a devorarla. Libélula El cielo ligero y limpio es una libélula azul. Tijerilla Una tijerilla entra en el oido del hombre que duerme. Corta la raiz profunda de su sueño. Chicharras Piden agua y la puerta de la frescura se abre con su chirrido. Se ahogan navegando en bicicletas sigilosas. Escarabajo El escarabajo puede soportar el peso del mundo. Aquí sólo soporta la blancura de la página. Grillos Los grillos vuelan, pero no son aves veloces. Pasa una parvada hambrienta, silenciosa. El zumbido en la entretela Son dos capullos mis ojos. Viajar por sus membranas es el deseo más antiguo del insecto que fecundó las miradas en flor. Los ojos, que siguieron la circunvalación gozosa de su zumbido, alertas lo prevendrán del parpadeo del telón, de la guillotina? Recuerdo: parpadear quería decir la muerte en el teatro vertiginoso de la noche infantil. Bajo el párpado no había ausencias rojas ni teas encendidas. Jugamos. Desapareciste cuando yo aparecí. Desaparezco cuando ahora tú apareces. Continúa el itinerario de invisibilidades.